martes, 24 de mayo de 2011

Algunos datos sobre el corto...

Piedras es un cortometraje de animación escrito y dirigido por Cristina Vicentti.
Piedras es un corto social que se plantea denunciar los horrores de la guerra utilizando como referencia una de las guerras más largas y desiguales de la historia contemporánea, el enfrentamiento entre israelíes y palestinos, que tiene como escenario, las franjas de Gaza y Cisjordania.

La acción se centra en el diálogo entre sus dos protagonistas, el niño palestino, que representa la mirada ingenua y real de la historia y por otra el muñeco, que se convierte en el alter ego, no sólo del protagonista, sino también del resto de niños que pasarán por la misma situación, en una tragedia sin fin. El muñeco verbalizará en antagonismo con el niño, la parte más racional de los hechos, colocando al niño ante si mismo, pero sin las ensoñaciones del pequeño. Lo que para el niño es como una especie de juego, en boca del muñeco se transforma en una realidad que de forma desmesurada se convertirá en un injusto castigo. En ningún momento se pretende mostrar la guerra de forma realista, tan solo la veremos a través de los ojos del niño, en su relato por un lado y en los dibujos infantiles pintados en el suelo de su celda, simples en su trazo pero cargados de dramatismo por lo que significan.

El guión surge de una historia escrita anteriormente, y que para su puesta en imágenes se llevó una intensa tarea de documentación por medio no sólo de noticias, sino también de búsqueda de imágenes. La historia en la que se basa Piedras es una historia real, dramatizada para este cortometraje, buscando transmitir en apenas cinco minutos, parte de un conflicto, a través de las emociones y sensaciones de un niño inocente, por muchas piedras que tire.

Por poner tan sólo un dato que refuerce la tesis de esta película, dentro del territorio palestino las cifras de víctimas rondan los 1.400 muertos de los que 960 eran civiles y casi 300 menores de dieciocho años.

Al utilizar el dibujo animado como técnica para la realización de Piedras, se busca crear en el/la espectador/a una cierta dualidad; por un lado una historia dura, sin concesiones, y por otra un género que normalmente el público identifica con historias infantiles y sin demasiada transcendencia. Sin embargo en este caso la animación refuerza la dureza de la historia, utilizando de la animación los códigos visuales que hagan que la comprensión del mensaje sea mucho más accesible a todo tipo de público. Dentro del dibujo animado la estética elegida es el cartoon en los personajes principales, el niño y el muñeco, con elementos sacados claramente del género, personajes no realistas, fusionados en unos fondos sacados de fotografías reales y realizado a partir de texturas fotográficas, volviendo a incidir en la diferencia entre ficción y realidad. Pero además del estilo cartoon, en Piedras se plantean otras dos estéticas en la animación de dibujos.

Por un lado unos personajes mucho más realistas que se corresponde con los carceleros, representados por sombras, sin definición excepto en el estrella de David bordada en la chaqueta. Estos personajes se convierten en impersonales actores, símbolos de la ciega utilización de la violencia, sin rostros, son sólo instrumentos anónimos de los que no nos interesa saber quiénes son, sino tan sólo quienes representan.
Por otro lado y quizás la aportación más rupturista a nivel estético, es la representación de la historia del niño por medio de dibujos hechos en tiza sobre el suelo de la celda, y que busca emular los dibujos sencillos pero expresivos de un niño pequeño. Estas animaciones aportan una nueva manera de ver la realidad, sin realismo pero con la fuerza de la inocencia de su autor, es no sólo lo que el niño protagonista ha visto, sino y eso es más importante todavía, lo que ha sentido y lo que siente en el momento de su encierro. A pesar de la simplicidad en el diseño, las imágenes no pierden ni un ápice de fuerza, de la violencia soterrada.

El color es otro elemento gráfico que en Piedras se plantea para generar emociones en el público. No existen colores distintos de la gama de grises, marcando la falta de luz en la celda en la que se encuentra el niño, pero además para transmitir el estado anímico de este. No hay concesiones cromáticas que ayuden a digerir la violencia y la injusticia de la historia. Lo único que resalta es el blanco de los personajes del niño y el muñeco, haciendo aun más evidente el choque con el gris del encierro.

En resumen, es un cortometraje que no busca el apoyo de ningún bando, sino simplemente denunciar las barbaridades que se cometen durante este tipo de conflictos y el sufrimiento de los más inocentes.

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